La alegría de la primavera se manifiesta en el paisaje y en el espíritu.
Aunque no lo parezca, los pingüinos van de discoteca y bailan como el que más.
Uno de los paradigmas de la relajación es sentarse y comptemplar el paisaje.
Caballo galopando al atardecer, en busca de una jaca jerezana.
Zombis cainando hacia la luz donde les espera un platillo volante.
El campo, cual colcha de retales, alegra la mirada de quien lo contempla.
Las casas se vuelven amarillas cuando reciben los reflejos de un sol que se va al catre.
Pero mira coomo beben los peces en el río...
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